José salió de su casa y se dirigió a la nueva empresa que se
estaba instalando en su ciudad. El se enteró que la empresa buscaba veinte operadores de máquinas. Esta era la oportunidad para conseguir un empleo.
Al llegar a la empresa vio que muchos hombres como él habían
venido a buscar un trabajo. Pronto se enteró de que eran doscientos. José se dió
cuenta inmediatamente que con su limitada formación y con tantos competidores,
iba a ser muy difícil para él conseguir el empleo que tanto necesitaba.
Escenas como ésta son comunes en Latinoamérica y en el mundo
de hoy, doscientos candidatos para ocupar veinte cargos!!. De aquí surgen inevitablemente unas preguntas: ¿Por qué
tanta disparidad entre ambos números? ¿Por qué el desempleo es tan elevado?
Para responder estas preguntas demos un vistazo a la
historia de dos variables involucradas: empleos y población.
Veamos primero la variable empleos.
Remontémonos al siglo 19, cuando la actividad económica
dominante en el mundo era la agricultura.
La producción agrícola ocupaba a un número importante de personas. Se
estima que a principios del siglo 19, se requerían 62 trabajadores agrícolas para
producir los alimentos que consumían 100 personas.
A mediados de ese siglo empezaron a desarrollarse las
máquinas cosechadoras, que se fueron perfeccionando hasta lograr que a
principios del siglo 20 fueran autopropulsadas, con una capacidad de producción
tal, que una sola persona podía hacer el trabajo que antes hacían decenas.
Desde entonces se han desarrollado la ingeniería genética, los
sistemas automatizados de monitoreo del clima, los programas de computador que
optimizan la operación agrícola, los sistemas de reconocimiento de imágenes que
deciden automáticamente cuales frutos están aptos y cuáles no, los sistemas
automatizados de alimentación de ganado que le dan la cantidad de nutrientes
exactos que requieren, y muchos otros desarrollos tecnológicos.
Gracias a estos desarrollos, hoy en día se requiere un solo
trabajador agrícola para producir los alimentos para un grupo de 130 personas. Uno
solo!!
Estos cambios provocaron que inmensas cantidades de personas
que antes trabajaban en el mundo agrícola fuesen desplazadas de sus puestos de
trabajo.
Afortunadamente para muchos, con la llegada del siglo 20
empezó a crecer una fuente masiva de empleos: la industria. Muchos ex
trabajadores agrícolas fueron a trabajar a empresas productoras de acero,
cemento, textiles, ensambladoras de vehículos y demás.
Pero a medida que la industria mundial progresaba, empezaron
a aparecer los robots, las máquinas de control numérico, los computadores, los
programas informáticos, los sistemas expertos, los materiales inteligentes, la
reingeniería de procesos y miles de innovaciones más que nos hacen pensar que
nos dirigimos hacia la fábrica automatizada, que controlada por un par de
técnicos especializados, puede producir lo mismo que producía una fabrica con
cientos de trabajadores hace un siglo. En el año 1950 se requerían 1.000
trabajadores para producir en la industria de la manufactura los mismos
productos que hoy se pueden hacer con tan solo 177.
Es en gran parte debido a esto, que a partir de los años 70 vemos
en el mundo tantos despidos masivos, cierres de fábricas, etc.
El sector servicios ha ocupado a muchos de los ex
trabajadores industriales. Millones de personas trabajan en bancos, empresas de
telecomunicaciones, comercio, servicios médicos, servicios de salud, publicidad,
etc.
Pero allí también las innovaciones tecnológicas como
sistemas automatizados de atención al público, el uso masivo de sistemas
informáticos, los cajeros automáticos en los bancos, los computadores
personales, las compras por internet, y muchas tecnologías más, han provocado
que miles de trabajadores de empresas de servicios, pierdan sus empleos.
En síntesis, los datos anteriores indican que de mantenerse
igual el comportamiento en los sectores agrícola, industrial y de servicios, no
se esperaría que estos generen muchos nuevos empleos a futuro, incluso podría ocurrir
que estos sectores requiriesen menos puestos de trabajo.
Veamos ahora la segunda variable del problema: la población.
A principios del siglo 19 la población total estimada en el
planeta tierra era de 1.000 millones de personas. 100 años después, a
principios del siglo 20 la población mundial tuvo un ligero aumento a 1.600
millones. En ese momento, los seres humanos llegaban a vivir en promedio hasta
los 31 años de edad.
Durante el siglo 20 ocurrieron varios avances científicos y
médicos, como por ejemplo el descubrimiento y uso masivo de la penicilina.
Infecciones que anteriormente eran mortales, al ser tratadas con penicilina
permitían a las personas vivir una vida más larga. Es así como, de los 31 años
de edad que vivían las personas en 1900, se salta a 70 años como promedio
mundial en la actualidad.
La consecuencia directa de esta mejora en la expectativa de
vida de los seres humanos fue el crecimiento exponencial de la población
mundial. Cabe destacar que en solo un siglo la población mundial pasó de 1.600
millones (año 1900) a 7.000 millones (año 2011). De seguir el crecimiento igual,
se estima que para el año 2050 la población mundial será de 10.000 millones de
habitantes!!.
Lo que nos dice el análisis de las dos variables es que debido
a los avances en ciencia y tecnología, hay cada vez más gente en el mundo y a la vez, menos empleos para ellos. No es necesario ser un experto para darse
cuenta que estas dos tendencias en conjunto están generando un enorme problema
a toda la humanidad, pero especialmente a los países donde hay más pobreza. Es
urgente tomar medidas para cambiar el rumbo.
En Latinoamérica, en enero de 2012 había 15 millones de
personas desempleadas, sin contar los millones de subempleados.
Los gobiernos de nuestros países enfocan el problema en la
variable empleo, y ven la solución en promover inversiones, para generar más empleos.
Eso está bien, pero no soluciona el problema completamente. También hay que mirar
la otra variable: la población. Si bien la tasa de fertilidad en Latinoamérica
actualmente es de 2,33 hijos por mujer en promedio, hay muchos sitios donde puede
llegar a valores de 5 hijos por mujer o más.
Hay razones culturales, religiosas y económicas que han
favorecido esta alta tasa de fertilidad en el pasado, generando zonas de
pobreza y marginación.
Latinoamérica debe dejar de ver la variable población como
algo natural que está allí y sobre lo cual no podemos hacer nada. En lugar de
tener cinco hijos a los cuales solo les puede ofrecer lo mínimo para vivir (o
sobrevivir), sería mejor que una mujer tuviese uno o dos hijos a los que les
pudiese brindar una buena educación, lo que a futuro va a significar para ese
hijo la diferencia entre la pobreza y la prosperidad.
Los gobiernos latinoamericanos a través de legislación que
promueva este comportamiento y sobre todo a través de un sistema de educación
que concientice a los jóvenes acerca de su responsabilidad en el futuro de sus
propios hijos, pueden lograr que en el mediano plazo seamos menos en número,
pero con mayor capacidad y preparación, para que todos podamos acceder a los
empleos y oportunidades que nos presenta el siglo 21.
Los millones de Josés (y Marías) de nuestra región, tienen
habilidades y talentos que los pueden conducir a la prosperidad o pueden quedar
condenados a llevar vidas de escasez y pobreza si no logran aprovecharlos.
Debemos impulsar estos cambios en la visión del mundo, y en especial de
nuestros países latinoamericanos, si queremos que la prosperidad sea para
todos.
Jaime Zárate – jalzaragu@gmail.com
1 comentarios:
Excelente
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