domingo, 8 de abril de 2012

Más gente, menos empleo

José salió de su casa y se dirigió a la nueva empresa que se estaba instalando en su ciudad. El se enteró que la empresa buscaba veinte operadores de máquinas. Esta era la oportunidad para conseguir un empleo.

Al llegar a la empresa vio que muchos hombres como él habían venido a buscar un trabajo. Pronto se enteró de que eran doscientos. José se dió cuenta inmediatamente que con su limitada formación y con tantos competidores, iba a ser muy difícil para él conseguir el empleo que tanto necesitaba.

Escenas como ésta son comunes en Latinoamérica y en el mundo de hoy, doscientos candidatos para ocupar veinte cargos!!. De aquí surgen inevitablemente unas preguntas: ¿Por qué tanta disparidad entre ambos números? ¿Por qué el desempleo es tan elevado?

Para responder estas preguntas demos un vistazo a la historia de dos variables involucradas: empleos y población.

Veamos primero la variable empleos.

Remontémonos al siglo 19, cuando la actividad económica dominante en el mundo era la agricultura.  La producción agrícola ocupaba a un número importante de personas. Se estima que a principios del siglo 19, se requerían 62 trabajadores agrícolas para producir los alimentos que consumían 100 personas. 
   
A mediados de ese siglo empezaron a desarrollarse las máquinas cosechadoras, que se fueron perfeccionando hasta lograr que a principios del siglo 20 fueran autopropulsadas, con una capacidad de producción tal, que una sola persona podía hacer el trabajo que antes hacían decenas.

Desde entonces se han desarrollado la ingeniería genética, los sistemas automatizados de monitoreo del clima, los programas de computador que optimizan la operación agrícola, los sistemas de reconocimiento de imágenes que deciden automáticamente cuales frutos están aptos y cuáles no, los sistemas automatizados de alimentación de ganado que le dan la cantidad de nutrientes exactos que requieren, y muchos otros desarrollos tecnológicos.

Gracias a estos desarrollos, hoy en día se requiere un solo trabajador agrícola para producir los alimentos para un grupo de 130 personas. Uno solo!!

Estos cambios provocaron que inmensas cantidades de personas que antes trabajaban en el mundo agrícola fuesen desplazadas de sus puestos de trabajo.

Afortunadamente para muchos, con la llegada del siglo 20 empezó a crecer una fuente masiva de empleos: la industria. Muchos ex trabajadores agrícolas fueron a trabajar a empresas productoras de acero, cemento, textiles, ensambladoras de vehículos y demás.

Pero a medida que la industria mundial progresaba, empezaron a aparecer los robots, las máquinas de control numérico, los computadores, los programas informáticos, los sistemas expertos, los materiales inteligentes, la reingeniería de procesos y miles de innovaciones más que nos hacen pensar que nos dirigimos hacia la fábrica automatizada, que controlada por un par de técnicos especializados, puede producir lo mismo que producía una fabrica con cientos de trabajadores hace un siglo. En el año 1950 se requerían 1.000 trabajadores para producir en la industria de la manufactura los mismos productos que hoy se pueden hacer con tan solo 177.

Es en gran parte debido a esto, que a partir de los años 70 vemos en el mundo tantos despidos masivos, cierres de fábricas, etc.

El sector servicios ha ocupado a muchos de los ex trabajadores industriales. Millones de personas trabajan en bancos, empresas de telecomunicaciones, comercio, servicios médicos, servicios de salud, publicidad, etc.

Pero allí también las innovaciones tecnológicas como sistemas automatizados de atención al público, el uso masivo de sistemas informáticos, los cajeros automáticos en los bancos, los computadores personales, las compras por internet, y muchas tecnologías más, han provocado que miles de trabajadores de empresas de servicios, pierdan sus empleos.

En síntesis, los datos anteriores indican que de mantenerse igual el comportamiento en los sectores agrícola, industrial y de servicios, no se esperaría que estos generen muchos nuevos empleos a futuro, incluso podría ocurrir que estos sectores requiriesen menos puestos de trabajo.

Veamos ahora la segunda variable del problema: la población.

A principios del siglo 19 la población total estimada en el planeta tierra era de 1.000 millones de personas. 100 años después, a principios del siglo 20 la población mundial tuvo un ligero aumento a 1.600 millones. En ese momento, los seres humanos llegaban a vivir en promedio hasta los 31 años de edad.

Durante el siglo 20 ocurrieron varios avances científicos y médicos, como por ejemplo el descubrimiento y uso masivo de la penicilina. Infecciones que anteriormente eran mortales, al ser tratadas con penicilina permitían a las personas vivir una vida más larga. Es así como, de los 31 años de edad que vivían las personas en 1900, se salta a 70 años como promedio mundial en la actualidad.

La consecuencia directa de esta mejora en la expectativa de vida de los seres humanos fue el crecimiento exponencial de la población mundial. Cabe destacar que en solo un siglo la población mundial pasó de 1.600 millones (año 1900) a 7.000 millones (año 2011). De seguir el crecimiento igual, se estima que para el año 2050 la población mundial será de 10.000 millones de habitantes!!.

Lo que nos dice el análisis de las dos variables es que debido a los avances en ciencia y tecnología, hay cada vez más gente en el mundo y a la vez, menos empleos para ellos. No es necesario ser un experto para darse cuenta que estas dos tendencias en conjunto están generando un enorme problema a toda la humanidad, pero especialmente a los países donde hay más pobreza. Es urgente tomar medidas para cambiar el rumbo.

En Latinoamérica, en enero de 2012 había 15 millones de personas desempleadas, sin contar los millones de subempleados.

Los gobiernos de nuestros países enfocan el problema en la variable empleo, y ven la solución en promover inversiones, para generar más empleos. Eso está bien, pero no soluciona el problema completamente. También hay que mirar la otra variable: la población. Si bien la tasa de fertilidad en Latinoamérica actualmente es de 2,33 hijos por mujer en promedio, hay muchos sitios donde puede llegar a valores de 5 hijos por mujer o más.

Hay razones culturales, religiosas y económicas que han favorecido esta alta tasa de fertilidad en el pasado, generando zonas de pobreza y marginación.  

Latinoamérica debe dejar de ver la variable población como algo natural que está allí y sobre lo cual no podemos hacer nada. En lugar de tener cinco hijos a los cuales solo les puede ofrecer lo mínimo para vivir (o sobrevivir), sería mejor que una mujer tuviese uno o dos hijos a los que les pudiese brindar una buena educación, lo que a futuro va a significar para ese hijo la diferencia entre la pobreza y la prosperidad.

Los gobiernos latinoamericanos a través de legislación que promueva este comportamiento y sobre todo a través de un sistema de educación que concientice a los jóvenes acerca de su responsabilidad en el futuro de sus propios hijos, pueden lograr que en el mediano plazo seamos menos en número, pero con mayor capacidad y preparación, para que todos podamos acceder a los empleos y oportunidades que nos presenta el siglo 21. 
   
Los millones de Josés (y Marías) de nuestra región, tienen habilidades y talentos que los pueden conducir a la prosperidad o pueden quedar condenados a llevar vidas de escasez y pobreza si no logran aprovecharlos. Debemos impulsar estos cambios en la visión del mundo, y en especial de nuestros países latinoamericanos, si queremos que la prosperidad sea para todos.   

Jaime Zárate – jalzaragu@gmail.com



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